jueves, 7 de mayo de 2009

Red de estudios en economía solidaria.

Red de estudios en economía solidaria.
Fecha: 3 de abril
Autor: Julián Felipe Vanegas

El libre juego de la interpretación permite que aparezcan múltiples definiciones de la solidaridad, algunas llegan desde las disciplinas humanas y sociales, otras desde la ecología, la etología y la genética, estableciendo cada una de ellas puntos de vista que pueden entrar fácilmente en contradicción; por ejemplo, no es los mismo decir que la solidaridad debe enseñarse a otros seres humanos con distintas herramientas pedagógicas, a decir que es un valor connatural al hombre o que viene en su estructura genética y por lo tanto es inmodificable. De igual manera, la solidaridad corre el riesgo de verse reducida al ámbito de lo económico, de lo puramente material, porque no se la considera en relación a prácticas artísticas, comunitarias y sociales, por un lado, ni se la asume como una apuesta ética y política para hacer una buena vida en términos personales y colectivos, por otro. Todo lo anterior nos obliga a tomar el asunto de la solidaridad en un sentido amplio, diverso y transdisciplinar, que recoja y ponga en diálogo las distintas maneras de explicar el comportamiento humano, sin perder de vista la tendencia hegemónica de cada disciplina, las notables diferencias entre ciencia y saber y la comprensión del hombre como un ser del lenguaje.

Ahora bien, si estamos interesados en pensar la pedagogía de la solidaridad, es decir, la educación y sus límites, las metodologías apropiadas y los contenidos que se deben y pueden transmitir, de inmediato nos vemos transportados al territorio de la epistemología y obligados a responder, entre otras, las siguientes preguntas: ¿cómo conoce el ser humano?, ¿cuál es la relación de aprendizaje que establece con el entorno?, ¿cuáles medios y metodologías le facilitan la comprensión? En lo corrido de la historia muchos hombres han tratado de responder a dichas preguntas, cada uno desde su lugar y momento histórico se ha embarcado en soluciones que van desde la explicación sobrenatural, mítica y religiosa hasta las propuestas empírica, positivista y racionalista; pese a la potencia de los argumentos, ninguno ha podido escaparse de su sistema de pensamiento, lo que a nuestros ojos resulta fácilmente comprensible, pues cada hombre es prisionero en su mundo y no le es dado elevarse sobre toda la humanidad para formular verdades eternas e inmutables. Curiosamente, el hombre sólo tiene la posibilidad de pensar lo que su época y entorno le permiten, porque cada tiempo tiene su mentalidad, sus preguntas y problemas que resolver.

A partir del renacimiento se instauró en nuestra cultura el método científico de investigación, con el cual se buscaba producir conocimientos verídicos y demostrables; al principio se implementó en las ciencias naturales, luego pretendieron adecuarlo a los saberes humanos, tratando de mostrar así cómo piensan los hombres que buscan la verdad y cuál es la forma más solvente de producir conocimiento; esto dejó relegadas la sabiduría popular y las humanidades. De una manera atropellada se intentó, y aún se intenta, llevar el método científico a las ciencias sociales para medir la veracidad de los argumentos a través del ensayo y la experimentación; afortunadamente para el hombre, los esquemas y las técnicas que tratan de normalizarlo y estandarizar su comportamiento con el fin de incorporarlo en la industria moderna, han fallado estruendosamente, aun cuando la ideología dominante siga marcando su identidad. El desafío que le resta al hombre de hoy es elaborar un conocimiento fundado en estructuras que recojan el orden simbólico y el metafórico, e incluyan el ámbito político y ético, aunando esfuerzos contra el poder homogenizador y aplastante de los valores e ideales que promueve la sociedad actual.

De una manera muy clara el expositor planteó la necesidad de pensar la solidaridad en base a problemas y preguntas, pues ella cobra especial valor cuando está relacionada a objetos o temáticas sobre las cuales se busca incidir. Así las cosas es preciso interrogarse: ¿cuáles son los valores y los ideales que el pensamiento solidario defiende, cuáles las formas de administración, participación e inclusión que busca en el universo político y cuáles propuestas de organización económica promueve? Del mismo modo debemos precisar los referentes que soportan nuestra visión de la solidaridad, ya sean estéticos, políticos o éticos, entre otros. Como puede observarse, la pedagogía de la solidaridad es un asunto bastaste complejo, en evolución y construcción permanentes, que debe integrar la teoría y la práctica, el saber y el hacer en terrenos como el económico, el político e ideológico, que representan a su vez las principales coordenadas en las que se reproduce la sociedad capitalista, bajo un modelo de vida único y la concentración del poder y el dinero.

Para terminar es preciso dejar una claridad: la razón es tan sólo un medio que nos permite comunicarnos, conversar, debatir, corregir nuestros errores y juicios equivocados, aprender y, sobre todo, pensar. La razón no es en sí misma buena o mala, algunos la pueden utilizar para crear destrucción, miseria y muerte a través de tecnologías que favorecen la dominación y el control, otros la han utilizado para mostrarnos lo equivocados que estaban aquellos hombres que veían al ser humano únicamente como un ser racional, olvidándose de lo poético y lo sensual que también lo constituye.

1 comentario:

  1. En el ejercicio de buscar los puntos de encuentro, para poder saber qué entendemos por solidaridad y cómo cada una y uno sueña vivirla, es importantisimo exteriorizar y poner en evidencia, más allá de los intelectualismos, el deseo de ser y estar con otros y otras, aunque las aristas de la diferencia todavia nos causen fricciones.

    Me es grato participar en este grupo y me es grato contar con la presencia de cada uno y una de ustedes, dando nuestra nota particular y diferente, como es el caso de Julian con este escrito. Y soy muy conciente y no me asusta el que, de cuando en vez y de vez en cuando, hagamos ruido en vez de música con nuestras diferencias, ese es el proceso de afinación.

    Un fraternal y solidario abrazo

    ResponderEliminar