viernes, 15 de mayo de 2009

Cultura vs Circunstancias Económicas

La cultura es el conjunto de creencias que determina la actitud y el comportamiento de las personas. La cultura direcciona la convivencia, el desarrollo, el orden político, el orden jurídico y cuantos elementos constituyen la expresión externa de las comunidades en su incesante evolución. La cultura sólida de un pueblo permitiría anteponer de una manera inconsciente valores fundamentales de acuerdo con la nacionalidad, tradición e historia a todo tipo de iniciativas nocivas para la calidad de vida y generadoras de injusticia social.
Cuando los patrones de conducta no favorecen el bien común es necesario adecuarlos, y son necesarios tres elementos: presión moral con diferentes alternativas pedagógicas, control coercitivo y castigo y persuasión económica. En la administración y control del tránsito vehicular se observa como una combinación adecuada de los tres puede llegar a ser la estrategia más efectiva, y que siempre hay problemas cuando uno de los primeros entra en conflicto con los intereses monetarios, lo cual sucede frecuentemente. Lo normal es que los implicados se concentren en lo monetario, sacrificando las creencias propias, desestimando lo aprendido, evadiendo los controles o arriesgando a la posibilidad del castigo en sus diferentes formas; lo que encarece los sistemas de autoridad y los hace permanentes.
Así, el desacato social a los principios morales tiene una relación muy fuerte con el modelo que rige las relaciones económicas. El sistema monetario impulsa el egoísmo y la competencia, alienta la acumulación individual y castiga de modo implacable a quien no se atiene a ese mandato. Con una problemática económica presente en todas sus dimensiones, el objetivo común está relacionado con obtener, recuperar o mantener el control sobre un destino particular que se ve relacionado con la independencia, suficiencia o fortaleza económica. Si la deficiencia educativa es generalizada, la violencia es consustancial al proceso. Si la deficiencia es formativa, la corrupción abunda. Usar otras opciones constructivas depende de no hallar atractiva la relación costo-beneficio con una justicia casi siempre ausente, algo sólo aplicable a una pequeña parte de la población.
El agresivo individualismo con que se busca el dinero explica el multifacético deterioro en el tejido social y el menoscabo dramático y creciente en la calidad de vida. Decía Bernard Shaw “hay momentos en que el pueblo no necesita más moralidad sino más dinero”. Tener con qué comer, vestirse o recibir atención médica no garantiza que alguien se porte bien, pero no tenerlo lleva a muchos a portarse mal.
La causalidad entre las carencias actuales y el comportamiento delictivo, violento, intolerante, antiecológico, poco solidario, corrupto, depredador, etc., sólo puede romperse con soluciones viables y permanentes a las expectativas humanas: trabajo digno, vivienda, tierra, alimentación, acceso al crédito, cobertura en salud, servicios públicos, educación, recreación, etc. Para fortalecer de manera integral los principios individuales, las comunidades y las diferentes organizaciones de personas o empresas en un proceso que promueva la pacificación y la autogestión hacia una mejor calidad de vida, se debe contar necesariamente con un componente económico muy sólido, que allane el camino para aplicar los componentes pedagógicos que hagan falta y disminuya el costo del control. Es un requisito para garantizar el efecto global pretendido en los diferentes proyectos de intervención social para evitar su agotamiento y garantizar su maduración.

Preparado por John Jairo Lara A. – Ingeniero Industrial

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