lunes, 13 de abril de 2009

DIALOGO SOBRE PEDAGOGIA

Encontrado en: "Consultas y Dialogos" de la WEB:

http://www.economiasolidaria.net

CARTA DE GONZALO PEREZ VALENCIA, DESDE COLOMBIA.

Amigo Luis:

Dentro de las reflexiones que desde hace mucho tiempo vengo haciendo respecto al tema de la Economía de Solidaridad y Trabajo, sus potencialidades y alternatividad para resolver problemáticas de calidad de vida y felicidad humana, existe uno sobre el cual quisiera que realizáramos un intercamio de ideas, pues a mi juicio, constituye un asunto de vital interés para definir estrategias relacionadas con la expansión y desarrollo de la Economía Solidaria. Este tema es la Pedagogía que obligatoriamente debe estar acompañando los procesos mediante los cuales esta propuesta va a insertarse o articularse en proyectos de desarrollo local o regional, o de grupos sociales o productivos. Como punto de entrada quisiera compartir contigo que concibo la pedagogía como aquel conjunto de elementos, situaciones, procesos y relaciones a través de los cuales se enseñan y aprenden competencias y habilidades que nos permiten intervenir con eficiencia en una práctica social... es decir: veo en lo pedagógico un acto de vida y para la vida, y unas actividades que nos permiten adquirir conciencia y construir saberes rigurosos, y participar activamente en la configuración de los imaginarios culturales de personas y comunidades, de grupos y clases sociales... luego entonces, introducir esta idea, esta propuesta en el repertorio para la acción de hombres y mujeres, exige aprendizajes y enseñanzas, es decir: requiere actos pedagógicos, o sea, un discurso que posibilite que la inserción, que la aprehensión de la actuación con solidaridad en la economía se consiga y logre generar comportamientos, conductas y pulsiones que nos defina como seres humanos solidarios, como militantes de la economía solidaria.

Espero tus comentarios.

Saludos,

Gonzalo


RESPUESTA DE LUIS RAZETO.

Estimado Gonzalo:

Iniciemos, pues, un diálogo sobre pedagogía para la economía de solidaridad, y abrámoslo a quienes se interesan en el tema. Aprecio que en tu carta estableces con claridad las bases de la cuestión, y que con un concepto amplio y profundo de lo que es la pedagogía identificas los objetivos y los elementos esenciales de aquella apropiada para impulsar la realidad y el proyecto de la economía solidaria: a) Formar y preparar a las personas y grupos organizados para que orienten su acción económica buscando la felicidad y la buena vida. b) Desarrollar comportamientos y conductas solidarias, por parte de personas conscientes y comprometidas con el proyecto de la economía de solidaridad.
c) Proveer saberes rigurosos y competencias y habilidades que permitan actuar con eficiencia en la práctica social y económica.
d) Participar en la configuración de una cultura de la solidaridad y del trabajo, a nivel personal y colectivo; una cultura que se manifieste en un modo de pensar, de sentir, de relacionarse y de actuar que permeen tanto la cotidianidad de cada uno como los procesos de largo alcance que debieran involucrar a multitudes de personas organizadas.
De tu planteamiento surge, así, todo un programa de trabajo, reflexión y elaboración. Lo percibo como una invitación a pensar en profundidad, que no me haces solamente a mí sino a muchos que estamos empeñados en estas búsquedas. Y como la cuestión es tan amplia, me limitaré a devolverte algunas reflexiones sobre el primero de los puntos señalados.
Parece tan obvio esto de buscar la felicidad y la buena vida, que podría pensarse que es superfluo formar a las personas para ello, pues sería un comportamiento espontáneo y natural. Yo creo que el objetivo natural de ser felices y de vivir bien se encuentra actualmente reprimido, aplastado y arrinconado, en una inmensa mayoría de las personas, por la pesada carga de una realidad económica y social construida encima y en contra de la naturaleza humana, y que ha ido configurando una suerte de "segunda naturaleza" que hace vivir y actuar persiguiendo objetivos muy distintos.
La economía capitalista es un sistema estructurado conforme a objetivos que distancian de la felicidad y la buena vida humana. El objetivo de las empresas es maximizar la rentabilidad del capital invertido, el de la economía es la acumulación de riqueza y el crecimiento productivo, el de los individuos es ganar dinero y con ello incrementar y sofisticar el consumo. Por más que se quiera pensar que estos son "medios" para lograr la felicidad y el mejoramiento de la calidad de vida, en la práctica se constituyen como objetivos estructurantes de la vida personal y social, y en cuanto son perseguidos con ahinco y ocupan la mente y la acción cotidiana, hacen olvidar la búsqueda consciente de la felicidad y la buena vida, desvían la acción cotidiana de ello, e impiden comprender que hay otros caminos más seguros, directos y eficaces para alcanzarlas.
Si algo caracteriza y distingue en profundidad la racionalidad especial de la economía solidaria, es que su fin y objetivo es el hombre: su realización y felicidad a nivel personal, comunitario y social. Invitar a participar y vivir conforme a la economía de solidaridad es invitar a buscar la felicidad y a alcanzar una vida mejor.
Pero es curiosa y contraproducente una práctica muy habitual que se observa en los procesos de educación cooperativa, y en general en los procesos de "concientización" tendientes a promover el desarrollo de las búsquedas de transformación y cambio social: la constante "prédica" del sacrificio. Suele decirse que hay que sacrificarse por la comunidad, por la organización, por el proyecto; que la participación debe ser sacrificada. Es habitual valorar la negación de las propias necesidades, aspiraciones y deseos. Se identifica el comportamiento solidario como aquél que sacrifica los propios objetivos para ponerse al servicio de la organización, o de una "causa" general y abstracta. Esta prédica aburrida e inútil no conduce a generar comportamientos solidarios, y su principal resultado es atemorizar a las personas, que toman una sana distancia de lo que se les presenta como un camino de negación y no de afirmación.
La economía capitalista impone sacrificios inmensos a las personas y a la sociedad, mientras habla de felicidad y ofrece satisfacciones humanas que no busca ni es capaz de proporcionar. La economía solidaria, que está coherentemente orientada a lograr la felicidad y la buena vida, se entrampa en un discurso sacrifical que no tiene sentido.
En la economía predominante actual nos hemos alejado tanto de la felicidad y de la buena vida, que ya ni sabemos en qué consistan; y la búsqueda de la felicidad se encuentra tan distorsionada, tan asociada al consumismo, a la obtención de dinero y a la acumulación de riqueza, que pienso que es necesario y urgente reeducarnos para la felicidad.
Si alguna idea debiera presidir la pedagogía para la economía de solidaridad, creo que ha de ser ponerla en la perspectiva de la felicidad y la realización humana, que constituye su objetivo consciente y su sentido más profundo. Hemos abierto con este intercambio de cartas una conversación importante sobre un tema decisivo. Continuémosla, e invitemos a nuestros amigos y a todos quienes se interesen en aportar a esta reflexión, a intervenir con sus ideas y experiencias.
Tu amigo de tantos años y trabajos
Luis Razeto.

GONZALO PEREZ

Amigo Luis:

Lo anterior me lleva a pensar, Luis, que en la propuesta de crear un pedagogía para y de la solidaridad, se hace necesario incluir elementos epistemológicos, es decir, debe contener el aprendizaje y la enseñanza de nuevas formas de conocer, o como dijo en alguna oportunidad el Maestro José del Carmen Moreno, "el primer contenido educativo dentro de los procesos cooperativos (eso fue hace años, cuando transitábamos por la vía única del cooperativismo) debe ser dirigido a cambiar de lentes y de mirada, pues la misma mirada tiende a retorcer el significado de las propuestas nuevas ...". Por razones que no viene al caso comentar en este momento, he demorado un poco en responder la carta que me enviaste en respuesta a la comunicación con la cual iniciamos este diálogo; pero de todas formas durante ese tiempo estuve reflexionando bien tus planteamientos en relación con el objetivo que en primera y última instancia se debe señalar en la construcción de una pedagogía de solidaridad: la felicidad y la buena vida.
Creo pertinente detenernos un poco en esa aseveración, en razón a lo que dices en tu carta, de que este objetivo y causa final del hecho de vivir se encuentra reprimido, aplastado y arrinconado. Yo agregaría otro detalle: culturalmente eso de ser felices se halla bajo lecturas preñadas de facilismos, de deformaciones que marcan una tendencia a reclamar, admitir y "vivir" la felicidad en términos tales, que la gran mayoría de hombres y mujeres, llaman felicidad y buena vida, a la posesión de cosas y a situaciones que los eximan de adquirir responsabilidades y de pensar. Y en este camino tienen la compañía cómplice de discursos pragmáticos, en donde el individualismo (que no la individualidad) se campea como centro de la sinergia existencial y social y el egoísmo adquiere una tribuna y un protagonismo especiales para mirar y actuar en el transcurrir de la vida. Y esta acepción de felicidad y de buena vida, tiene un arraigo profundo en los imaginarios culturales, constituyendo elaboraciones discursivas y comportamientos que se han venido extendiendo a lo largo y ancho de las comunidades y grupos sociales, sirviendo de soporte ideológico a modelos de desarrollo y crecimiento que finalmente lo que están procurando, es mantener vigente la propuesta civilizatoria que hoy, sin lugar a dudas, y a pesar de sus "Triunfos" tecnológicos ("llegamos a la luna y a Marte, pero no hemos podido llegar a construir lo social, ni la solidaridad", declaraba un dirigente indígena hace un tiempo), ha entrado en barrena, en una crisis que está poniendo a prueba todas sus defensas y repertorios en lo político, social, cultural y económico.
Pero toda esa manera histórica de pensar, vivir y hacer la felicidad y la buena vida, no solo está constituida por discursos teóricos, filosóficos e ideológicos, sino que ella encierra como fundamento, un modo de ver, pensar y discernir acerca del mundo, de la naturaleza, de los seres humanos y de la vida social. Es decir: se sustenta en una cierta epistemología, que produce una determinada forma de "cargar la mirada para interpretar el mundo", la cual propicia y sostiene los discursos. Así mismo, todo lo anterior se encuentra apoyado por una pedagogía que enseña, crea, difunde y amplía todos los componentes de esa concepción de proyecto de vida, de felicidad y de esencialidad humana.
Lo anterior me lleva a pensar, Luis, que en la propuesta de crear un pedagogía para y de la solidaridad, se hace necesario incluir elementos epistemológicos, es decir, debe contener el aprendizaje y la enseñanza de nuevas formas de conocer, o como dijo en alguna oportunidad el Maestro José del Carmen Moreno, "el primer contenido educativo dentro de los procesos cooperativos (eso fue hace años, cuando transitábamos por la vía única del cooperativismo) debe ser dirigido a cambiar de lentes y de mirada, pues la misma mirada tiende a retorcer el significado de las propuestas nuevas ...".
Esto significa, en otras palabras, apostarle a generar, como base fundamental de la construcción de la Pedagogía de la Solidaridad, una epistemología que facilite una nueva manera de entender y comprender el mundo, que nos ubique fuera de los linderos de la tradición cartesiana y del positivismo, y conduzca la producción de conocimiento hacia una dinámica que reconozca la imbricación axiológica, existencial e histórica de la teoría y la práctica, del intelecto y los sentidos, de la filosofía y la praxis. Así, con otra mirada, los objetos y los objetivos del conocer y del conocimiento volverán a ser entendidos a partir de las dimensiones que configuran la esencia de los seres humanos: la corporeidad, la individualidad, la convivialidad y la espiritualidad, entendidas como regiones propias e interconectadas de la geografía de los hombres y mujeres que habitamos y habitarán el planeta; con una epistemología que le otorgue más subjetividad al saber, nos daremos cuenta de que somos seres para la felicidad y esta será nuestra construcción histórica más notable desde la perspectiva de la Economía de Solidaridad.

Bueno amigo Luis, dejemos por ahora en este punto.

Te saluda solidariamente,

Gonzalo Perez

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